Teoría de la radio (1927- 1932) / Bertolt Brecht

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TEORÍA DE LA RADIO (1927- 1932)

Bertolt Brecht

12 de febrero de 2007

Bertolt Brecht (1898-1956), poeta y dramaturgo alemán escribió en 1932 “Teoría de la radio”, algunos de cuyos párrafos se citan habitualmente para referirse a las posibilidades de transformar la radio en un verdadero medio de comunicación.

“Una propuesta para cambiar el funcionamiento de la radio: hay que transformar la radio, convertirla de aparato de distribución en aparato de comunicación.”

Compartimos aquí el texto completo, en versión PDF, tomado del sitio de Eptic- Revista de Economía Política de las Tecnologías de Información y Comunicación- www.eptic.com.br

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El texto, Roland Barthes

La Palabra Inconclusa

Roland Barthes Roland Barthes (Foto: Wikipedia)

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En esta ocasión quisiera compartir un extracto de la obra del semiólogo francés Roland Barthes sobre teoría del texto, a modo de introducción al significado moderno de esta palabra:

«¿Qué es un texto, para la opinión general? Es la superficie fenoménica de la obra literaria: es el tejido de las palabras comprometidas en la obra y dispuestas de modo que impongan un sentido estable y a poder ser único. A pesar del carácter parcial y modesto de la noción (después de todo, no es más que un objeto, perceptible por el sentido visual), el texto participa de la gloria espiritual de la obra, de la que es el sirviente prosaico pero necesario. Ligado constitutivamente a la escritura (el texto es lo que está escrito), tal vez porque el dibujo mismo de las letras, aunque sea lineal, sugiere el habla y el entrelazamiento de un tejido…

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El Foucault de «las Palabras y las Cosas» dialoga con el Derrida de la «Gramatología»

la post-historia

Todo empezó con Wilkins: El Poder de las palabras.[1]

El juego del título, esa figura retórica (tropo), la alegoría del cuento de Borges, ese desplazamiento metonímico donde una parte, la referencia a Wilkins, se reemplaza por el todo, explica de que se trata este trabajo.

Justamente, que sea esa referencia literaria la que diera pié a las palabras y las cosas es un gesto que no debe pasar Jorge Luis Borgesdesapercibido. La experiencia misma del límite, el umbral que separa el discurso literario del de las ciencias sociales es puesta en el foco del asunto. Pretender un punto de vista que nos permita leer la Port Royal en la misma clave que leeríamos El discurso del origen de las lenguas, con un extrañamiento desconcertante, como un arqueólogo que descubre las ruinas de una civilización que ya no existe.

En este esquema la pregunta por la escritura generará tensiones…

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Slavoj Žižek. Mis chistes, mi filosofía (fragmento).

Uno de los mitos más extendidos de la última época de los regímenes comunistas de Europa del Este era que existía un departamento de la policía secreta cuya función era (no reunir, sino) inventar y poner en circulación chistes políticos contra el régimen y sus representantes, pues eran conscientes de la positiva función estabilizadora de los chistes (los chistes políticos le proporcionan a la gente corriente una manera fácil y tolerable de desahogarse, de mitigar sus frustraciones). Aunque se trata de un mito atractivo, pasa por alto un rasgo rara vez mencionado pero sin embargo crucial de los chistes: parece que siempre carecen de autor, como si la pregunta: «¿Quién es el autor de este chiste?» fuera imposible. En su origen, los chistes «se cuentan», siempre ocurre que ya se han «oído» (recordemos la proverbial expresión «¿Sabes el chiste de…?»). Ahí reside su misterio: son idiosincrásicos, representan una singular creatividad del lenguaje, y sin embargo son «colectivos», anónimos, sin autor, de repente aparecen de la nada. La idea de que tiene que existir un autor es convenientemente paranoica: significa que tiene que haber un «Otro del Otro», del anónimo orden simbólico, como si el mismísimo poder generativo del lenguaje, contingente e insondable, tuviera que personalizarse, localizado en un agente que lo controla y en secreto maneja los hilos. Por eso, desde la perspectiva teológica, Dios es el bromista supremo. Ésa es la tesis del delicioso relato de Isaac Asimov, «El bromista», acerca de un grupo de historiadores del lenguaje que, a fin de sustentar la hipótesis de que Dios creó al hombre a partir de los monos contándoles a éstos un chiste (les contó a los monos, que hasta ese momento simplemente habían intercambiado signos animales, el primer chiste que hizo nacer el espíritu), intentan reconstruir ese chiste, la «madre de todos los chistes». (Por cierto, para un miembro de la tradición judeo-cristiana, esta labor es superflua, puesto que todos sabemos cuál era ese chiste: «¡No comas del árbol del conocimiento!». La primera prohibición que claramente es un chiste, una desconcertante tentación cuyo sentido no está claro).

Slavoj Žižek. Mis chistes, mi filosofía.

Antonin Artaud: Fragmentos de un diario infernal

andradetalis

Artaud by Man Ray Artaud by Man Ray

Ni mi grito ni mi fievre me pertenecen. Esta desintegración de mis fuerzas secundarias, de esos elementos disimulados del pensamiento y del alma, ¿pueden ustedes concebir, acaso, su constancia?
Ese algo que está a medio camino entre el color de mi atmósfera típica y el despertar de mi realidad.
No tengo tanta necesidad de alimento como de una especie de elemental conciencia.
Ese nudo de la vida al que la emisión del pensamiento se aferra.
Un nudo de asfixia central.
Instalarme simplemente en una verdad clara, es decir que se mantenga sobre uno solo de sus filos.
Ese problema del enflaquecimiento de mi yo no se presenta ya bajo su aspecto únicamente doloroso. Siento que factores nuevos intervienen en la desnaturalización de mi vida y que poseo algo así como una nueva conciencia de mi íntimo debilitamiento.
Veo en el hecho de lanzar los dados y…

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